España
Edel González "Vateignoto"

Edel González, conocido por su seudónimo “Vateignoto”, nacido en Cuba, reside actualmente en Tenerife, España. 

Desde muy temprana edad, González Pérez, se entregó a sus emociones y mostró una gran sensibilidad hacia la escritura, encontró en los versos de amor adolescente, un tesoro que guardó en sus cuadernos durante décadas.

 “La musa reprimida por los avatares de la vida en una sociedad anárquica y dictatorial donde la lucha por la supervivencia marcó mis prioridades”. Comenta Vateignoto al recordar sus inicios en la poesía.

Durante los últimos 10 años, ha recopilado y editado cada una de sus notas, publicando sus poemas en distintos grupos y plataformas digitales de difusión de poemas y literatura como: Mundo poesía, poemas-del-alma, poetalia, entre otros. 

Vateignoto ha participado en innumerables premios y concursos de poesía en España.

Nada personal. Jotabé

Toca mi puerta abierta sin temor,
me embriaga el aroma de aquella flor.

Su boca harta la sed del peregrino
escancia la copa con el buen vino,
en arrebato de instante divino
sin nada personal en el camino.

Como en un sueño ella se acercó a mí,
sin meta tras aquel sueño corrí.

Nada personal que lleve a dolor,
pasan los años y aún no adivino
la causa para no quedarme allí.

Amores prohibidos

En días de fríos amaneceres
y opacos soles del hado 
harapiento de ternuras, postrado
sangro herido y huérfano de placeres
alienado y acabado
con hambre, con sed y sin mis poderes.

Clamo al cielo y sus compuertas me cierra
mi dolor a solas lloro,
la fiebre de amor con el vino exploro
ajena a la esperanza a mi alma aterra
y la paz que tanto imploro
no vive en ningún rincón de la tierra.

Errante en delirio toco la linde
de espesura de un vergel
la fuente cristalina de agua y miel
del arroyo murmurador que rinde
tributo al santuario aquel
para que a mi fe la proteja y  blinde.

Paraíso de gigante dosel
¡permite luz en un claro!
para que ella vibre hermosa al amparo
de las voces y odio de un mundo cruel
comadreado al descaro
y la insana naturaleza infiel.

Algazara de cencerros argüidos
alzados contra el clamor
de la dicha entre la abeja y la flor
de los perpetuos amores prohibidos
que luchan contra el dolor
y  sus recuerdos no se echan a olvidos.

En silencio. Mepi 100

En silencio el agua discurre
por la raíz de la hortaliza,
con sigilo el fértil suelo
le cede la savia
que
irgue el tallo de la rosa
y
a sus pétalos
eleva hasta una excelencia
épica.

Calladamente
de noche
cual ladrón 
mudo
con
la
infinita quietud
y
la mesura, emerge
el verso al universo.

En lo profundo del silencio
florecen las blancas caricias,
las más veladas promesas
de amor convencido,
y el
beso que en sus embelesos
y
sin excesos
arrebata los sentidos
quietos.

Y de callada
manera
suavemente,
caen 
en
la
custodia de mis manos
y
ceden a  caricias
sus pechos anhelantes.

En el silencio mis palabras
contemplan su ligero cuerpo,
de alas blancas extendidas
que cubren mi cama,
donde
reposan ruborizadas
o
pudorosas
planean mi cielo en raso
vuelo.

Discretamente
le muestro
con mis manos,
ojos
y
su
silueta como espejo,
y
ante el ancho marco,
la imagen que yo veo.

Zéjel. Los sonidos de tu ausencia.

Como sonidos ausentes
rebote de ecos silentes.

Reflejan en las paredes
de cada sitio que accedes
y en aquellos que no puedes
oír, en sombras dementes.

Como sonidos ausentes
rebote de ecos silentes.

Me vuelven a la rutina
de lozas en la cocina,
sobras de comida china
entre cubiertos y fuentes.

Como sonidos ausentes
rebote de ecos silentes.

Ecos de sartén usado,
de la túrmix del licuado
a la espera del fregado
de unas manos diligentes.

Como sonidos ausentes
rebote de ecos silentes.

Te necesito aquí a diario
ven, salvame del calvario
del encierro solitario
obstinado e inclemente.

Como sonidos ausentes
rebote de ecos silentes.