Ecuador
Héctor Gaibor

Nació en la ciudad portuaria de Guayaquil, en el país de los cuatros mundos, Ecuador. 

Motivado desde pequeño por sus padres a la lectura, a despertar la imaginación, a salpicar la vida con letras de fábula.

Comenzó así una aventura desde la adolescencia a descubrir en la escritura, respuestas existenciales que, tras los años, llegaron a madurar en poesía, en relatos breves, y en aforismos. 

Precisamente a finales del año 2018 comienza su despertar lírico en redes sociales con publicaciones de aforismos y micro poesía. Es parte de la Sociedad de poetas y escritores Suele escribir con el seudónimo de Blas Yunque y publica de manera frecuente en plataformas de difusión.Su estilo de poesía se puede considerar libre, existencial, surrealista, onírico, sin dejar un característico estilo sensual-romántico.

Instinto de un ángel

Un retazo de mi alma, 

un escombro,

un fragmento de silencio, soy…

Un pasquín de piedra fue lanzado a mi camisa blanca.
Dolor que escala el cáliz y útero de mi fe en la infancia.

Tengo que buscar el instinto de un ángel.
Aproximarme a esa redoma de paradojas,
donde he guardado a Dios, en una lágrima…

Epifanía, memoria de libélulas
Me amparo en guarniciones de sílabas y aleluyas.
Descuelgo el alma en mi mejilla de arroz,
y un candelabro derrama mi existencia
en un sonido puro…

Libro entreabierto,
como una tumba de cedros.
De allí provengo…

El ángel de mi sombra es ávido de polen
en mi ausencia.
Su placenta es un árbol.
Atrapa libélulas imaginarias,
para hacerse sonido de lluvia
antes que regrese a su mirada.

Huir, es un pájaro blanco en mis vértebras.

 (Descosí el sonido de mi sangre en una orquídea)

Tuve un pretérito silencio y un palo santo quemando
la fatiga de mis números; y en el fruto amarillo de un arpegio recordé:

Mi madre duerme en la imaginación de un ave.

La tiranía del olvido

El recuerdo es una caja
donde la muerte deposita
sus flores, hasta agotar
el aroma de la memoria.

…Y escribir, es mi venganza
personal contra la tiranía del olvido.

Silencio

¡Silencio, bébeme!
Úneme a la piel de tu herida.
¡Silencio, cállame!
Búscame. Soy una aguja, la penumbra de tu sangre.
¡Silencio, asólame!
Abandóname en el litigio de un áspid azul.
…Algo, como una bestia de sal, se revuelca en lo que callo
y no logro escucharte.

Ave despavorida

Templos arcos, blancas luciérnagas.
El mundo tuerce la vértebra de un geranio,
y de esas horas amargas cae mi cajita de silencios,
y te extraño…
De la madera de tus abrazos se encendían
epopeyas, y sonreía en tu larga orilla.

El credo del agua es ahora, un ave despavorida.
Un incienso quemándose en un barco cargado
de letreros y puertas, con rumbo al abdomen de una aceituna.

No siento el sitio de mis últimas proezas,
ni el ultimátum en el álbum de mis pequeñas guerras.Todo yacía, en los trazos dejados por tu alma de labriega…
No recuerdo si el ahora, es algo prestado,
o es un frasco de crepúsculos parecidos, a tus ojos preñados de acuarelas.