Juan Carlos Burgos, conocido con el seudónimo “Ruache”, nació en la Ciudad de Málaga, España; en donde radica actualmente.
Ruache y su pasión por la escritura inició en el año 2007 creando letras de canciones del género rap, etapa en la que grabó dos maquetas: “Inyección de moral” en Iberosouth Record en el año 2008 y “Lite-Rap-mente” en BF Studio en el año 2011.
Después de su incursión musical, se centró totalmente en la poesía y terminó su primer poemario en el año 2016, el cual lleva como título “Campos de costillas”.
En la actualidad, participa en diversas plataformas virtuales de difusión de la obra de escritores y poetas.
“Las musas pueden callar durante años, pero nunca me han abandonado del todo.” Ruache
La Chicharra (Soneto)
Da comienzo el cantar de la chicharra,
royendo se derrama en recital,
rara vez desafina su vital
rutina de rasgar lírica garra.
Estará encaramada a alguna parra,
un tirso terso sirve sin igual
para expresar retórico ritual,
arrancando un verano que achicharra.
Ríe un rizo irrisorio en una trenza,
los rayos rugen raudos cada día,
la chicharra su canto ya comienza.
Voz rural, del invierno se escondía,
en clamor desconozco quien la venza,
renuncia a reprimir su rebeldía.
Abderramándome ( Zéjel )
Canta el león zahorí
en un patio nazarí.
Bombea agua del pozo,
entraña en calma del gozo,
brotando en claro alborozo.
De emoción enmohecí.
Canta el león zahorí
en un patio nazarí.
La vega el chopo alinea,
loza la mano tornea,
la luz de la puerta arquea
a la luna que intuí.
Canta el león zahorí
en un patio nazarí.
Enhebrando lo que narro,
te derrama el río Darro
una lágrima de barro.
Cayó el viento y me aterí.
Canta el león zahorí
en un patio nazarí.
De la mar en almadraba,
el atún que coleaba
alcanzaba a la alcazaba
un arriero marbellí.
Canta el león zahorí
en un patio nazarí.
Tomillo, albahaca, menta,
dátil volátil que tienta,
piña que madura lenta
envaino en mi tahalí.
Canta el león zahorí
en un patio nazarí.
Expedición a la montaña de los cien versos mepi (mepi cien)
¡Montaña,
es mi tamaña
sed
el ascenderte
esta jornada, de esta suerte!
Ruego
me seas propicia,
tu gran altura
respeto,
no es por codicia.
¡Tú me significas: Pura!
insignificante sabor
te daré si fallezco
en el intento ¿Lo merezco?
Comienzo
paso
a paso
disfrutando del camino
escogido.
Busco aquí mi sino.
Trepo,
avanzo prudente.
Cruzo un río,
descalzo,
corriente.
Despunta el sol en mi frente
que suda.
Ruda
es la vereda aguda,
estrecha, de fuerte pendiente.
Del bosque salgo
o
entro
en el prado. No cabalgo
ni pasto, por eso hambriento del esfuerzo
me encuentro. Descanso y almuerzo, recibo con agrado
pan,
agua, sales, nueces.
Me levanto y sigo, te cueces expuesto
al astro rey cuando de acercas.
Una jabalina se lanza,
sus crías
huyen desperdigadas.
Águilas frías,
hoz
o
sable en sus garras.
Amenaza hiriente voz,
cae
o
precipita desde una nube
cual rayo. Me detuve
un momento,
cada paso exige su aliento.
Delicado
escalón
he sorteado.
Echo un vistazo atrás. ¡Qué vistas! Bajan
cascadas
y
manadas imprevistas
de cabras y de rebecos,
van
a cruzar neveros.
Aparece
e
inunda el paisaje
blanco
salpicar de recovecos
Flores diminutas
lilas o
amarillas impolutas
dan contraste a la verde alfombra.
Refresca. Busco en la mochila una capa más de abrigo.
Ya veo la cumbre
próxima.
Su dificultad asombra
y
aviva
esa lumbre
de aventura que encandila.
Roca
muy traicionera,
con tiento
se supera.
Filo.
Ten
fe.
¡La emoción es inmensa
y
vuela el cóndor! Piensa
en regresar tranquilo.