México
Leticia Salceda "Letizia"

Leticia Salceda, conocida con el seudónimo “Letizia”, nació en México, en donde reside actualmente.

Movida por una gran pasión, encontró en la escritura y la poesía nuevas formas de expresar sus sentires. 

Participa de manera activa en plataformas virtuales de difusión de poemas.

Baila con mi alma

Sé tú oh mi amor! quien domine
el arte de con mi alma bailar.

Mágica melodía has elegido.
Has logrado cerrar mis ojos
con tu suave compás.

En ti he sabido confiar, me he dejado llevar.
Tus pasos con brillo y glamour,
me han seducido
al punto de no hablar.

Solo interpretas de mi pecho
el sosegado beat,
has descubierto con mi alma bailar.

Te posas detrás mío y con suavidad
extiendes mis brazos como formas
geométricas, los llevas con movimientos
relajados como las olas del mar.

Logras en mí, encontrar mi esencia
perdida bajo el color perfecto del
manto estelar,
logras con mi alma bailar.

Mi cuello, tu brújula, en él te pierdes
pero sabes con mi alma bailar.

Tu respiración cerca a mis oídos,
me encuentro, siento cómo
con mi alma sabes bailar…

No te detengas un segundo de los 455 que dura la pista,
porque has logrado con el eco de tu suspirar lo que nadie:
Con mi alma bailar.

Folklore

Llevo en mis venas la sangre
indígena de mi pueblo querido,
aquel que te piensas, desapareció,
pero en realidad, vive y late
en mi corazón…

Mi espíritu baila al son,
interpreta las vibraciones
de mi tierra Maya y Azteca,
incluyendo majestuosas
influencias africanas y europeas…

Quiero con expresiones faciales y
corporales, mi lindura y galantería…
en mis pies los taconeos
y en manos el arte de ondear
sombreros y faldones, adornados
con autóctona bisutería…

Llevo en mi baile el teatro de la vida,
que mi pueblo ha actuado
desde los principios de las
civilizaciones, entregando el alma
en la duela, sin condiciones…

Mi atuendo y coreografía
son del mundo, de los más
bellos, porque en ellos
se expresan a perfección,
los colores de los sentimientos
la lucha y la alegría…

Mi árbol

Te abrazo árbol mío
Un lejano recuerdo me
visita: Mi infancia pobre
pero feliz…

Eras tú mi viejo árbol
mi precioso consejero.
El gigante que escuchaba
mis voces del atardecer.

El causante de risas
llenas de alegría.
Mi gran árbol que daba
sombra en días de fuego.
Y en tu copa siempre
quise llegar para sentirme
un ave que volara libre.

Árbol mío, tus hojas verdes
hacían latir mi corazón con
ímpetu, se despertaban
mis estrellas, lunas y
el sol también soñaba.

Árbol mío, con tus largas
ramas abrazabas mis sueños
para que estos se llegaran a
cumplir.

Cuando mi madre
ataba en tus brazos grandes
y fuertes el columpio,
al columpiarme
cerraba mis ojos y veía dentro
mío, un espíritu infinito
lleno de fuerza y vigor para vivir.

Mi viejo y hermoso árbol
solo existes en mis memorias
pues ya no vives más,… tus
poderosas raíces, hicieron que
los pisos de la casa se levantaran,
así que con mucha tristeza te
dijimos adiós, abrazándote
fuertemente hasta el día de hoy…

Entre versos

La rosa se ha marchitado…
Ayer fuiste admirada por tu belleza,
los dedos querían rozar tu lozanía
y en un florero deseaban lucirte
como una artesanía.

Los días pasaron, ya no eres la misma.
Cada pétalo se despide. Llora, se desprende, cae.
El reloj ya no le mide el tiempo,
por más que le implora.

Se inmortalizó, convirtiendo su belleza, en
naturaleza muerta. Pelea con denuedo,
se desvanece entre los versos del libro de la vida,
que han dejado su recuerdo…