Uruguay
Victor Mello Colina "Vsmc2002"

Victor Mello Colina, también conocido por su seudónimo “Vsmc2002”, nació el 18 de Julio de 1970 en Uruguay, actualmente reside en México.

Con un gran compromiso y pasión por la poesía, “Vsmc2002”, realizó estudios en análisis de sistema, llegando a ser trainee del profesorado del Instituto Cultural Anglo Uruguayo de 2012 a 2014.  

Adicto a la lectura, apasionado de Benedetti y novelistas contemporáneos, cursó estudios de Literatura Inglesa en 2013, escribiendo algunos poemas en dicha lengua. 

Actualmente, estudia chino mandarín online y dicta clases de inglés a hispano-hablantes.

Desde el año 2018 publica sus poemas en plataformas virtuales de difusión y redes sociales.

DESPEDÍ TU SOMBRA (a Leticia)

Dicen los ancianos en mi pueblo
que ni en tu sombra debes confiar
cuando estás en el cementerio
y en el antiguo arte de amar.

Sin embargo yo de ellos dudé
y recibí un infame castigo
el cual tengo bien merecido
pues con toda mi alma te amé.

En tus gruesos labios encontré
El Dorado y la tierra prometida
te hice mi primer querida
y reinamos sobre Chapultepec.

Sobre las gotas del rocío
descalzos ambos corríamos
e inertes sobre el pasto
tras amarnos languidecíamos.

En tus pupilas reflejabas
la angustia y el tormento
los dolores y el lamento
de una raza indígena aniquilada.

En tu pelo y en tu piel
los rayos del sol anidaban
como lo hacían en Tenochtitlán
antes de la llegada de Cortés.

Tus ojos como los del zacatuche
-también conocido como teporingo-
me hacían permanecer en el limbo
y al tacto parecías un peluche.

En tu poesía mexicalense resumías
toda la pasión y el encanto
-cuando versos para mi componías-
que suelen ser la causa del llanto,
de las largas horas de letanía
y el motivo por el que te quise tanto…

DESNUDÉ MI ALMA  (a Leticia)

Hoy en Montevideo amaneció lloviendo
tal vez sean mis lágrimas fluyendo.
Si es así, te digo que no lo siento
porque necesito a alguien como tú
que conozca todos mis defectos.

Hoy más que nunca añoro Ciudad de México,
su cielo nublado, el bosque de Chapultepec,
tus palabras, tu calma y tu sosiego,
tus caricias, tus abrazos y tus besos…

Desde que te conocí en Poémame,
-yo que antes era un escuerzo-
me he convertido en príncipe,
y desnudé mi alma en unos versos.

Es que tu sola presencia virtual
mientras de pena me retuerzo,
hace que navegue hacia la dicha
como verás, casi sin esfuerzo,

Tal vez ya lo sepas: para hablar,
debatir y zaherir, no soy lerdo;
pero para besar, acariciar, amar,
y oir tu corazón palpitar, soy lento.

Hoy me hablaron de ti los pájaros,
las flores, la lluvia y el viento;
también lo hicieron tus encantos,
los árboles, sus hojas y tu silencio…

CON EL CORAZÓN ABIERTO  (a Leticia)

Tu ausencia que me abruma
cuando llegan los viernes
entre las doce y la una,
y que como si fuera una ola
los domingos se esfuma,
dejando en la costa
tan solo su espuma…

Esta pena que me ahoga
este largo y sutil tormento,
que de los pies a la cabeza
cual pesada y oscura toga,
me cubre con presteza
y se torna un lamento…

Extraño hoy sábado tu compañía,
que se ha vuelto un vicio,
y hasta nuestra charla, una manía,
y que como tal se ha adueñado,
de mi mente y de mi cuerpo…

Ahogando tu falta en mi pecho,
-cuando por las noches
no estás en mi lecho-
mis heridas tu voz ha cubierto,
y en esta soledad sempiterna
un impasse he descubierto…

Tal vez a otra haya besado,
tal vez a otra haya amado
tal vez sea porque tus caricias
y tu presencia, el destino
hasta ahora me ha negado…

Necesito estar a tu lado,
y quitar de mi alma esta soledad
-que me ataca en tu ausencia-
y sin misericordia ni piedad,
nos aleja cada vez más…

POÉMAME UN CONCIERTO  (a Leticia)

Hoy desperté contento.
Tal vez sea porque de vos
a diario siento el aliento;
tal vez sea porque es hermoso
tu pelo al viento,
como en la foto,
esa en que lo llevas suelto.

Así da gusto vivir:
no perseguir la gloria
ni padecer un tormento;
soñar juntos por las noches,
siempre despiertos;
contarnos nuestras vidas,
como si se tratara
de las de Aquiles y Héctor.

Porque aprendí que no es fácil
vivir cuando todo es incierto,
cuando pareces sufrir
lo que es sempiterno,
cuando de mi corazón
el latir va disminuyendo.

Porque escuchar por
las noches tu voz
parece un concierto,
de esos que cuando
estemos juntos,
oiremos a cielo abierto,
en Yucatàn la península
o en Montevideo, el Cerro…

Tal vez en la vida,
tan solo me hacía falta
encontrar tu consuelo,
y que fueras la musa
que inspira mis versos,
porque amores como el tuyo
son los que no se lleva el viento.

Porque no es necesario
lanzar mil requiebros.
Solo hace falta a tus palabras
estar atento, y por qué no,
también a tus silencios…

Puedes dar por descontado
que pronto iré a México,
a consultar el Oráculo
si soñaremos juntos ,
o viviré entonces
como si ya estuviera muerto.

Porque cuando me toque morir
quiero sentir tus besos
y no como dice Ulises en la Ilíada,
“Que digan que viví
en la época de Héctor”.

Y que nadie esté de luto,
sino que te busquen a ti, Leticia,
al igual que al resto del mundo,
que no parezca un desierto.

Y que en Poémame
no haya un requiem,
sino que todos juntos
procuren hacer de esto
un hermoso concierto…

DIÁLOGOS I  (a Leticia)

Hoy no te hablaré de Moctezuma
tampoco lo haré de Chapultepec,
sí lo haré de mis noches sin luna
cuando hablamos hasta cerca de la una.

Cuando yo te hablo de sirenas
y tú me cuentas también tus penas,
y en eso surgen amargas tus dudas
sobre si estaré esa noche con alguna,
que conozca mi corazón y mi llanto
o disfrute de lo que escribe mi pluma.

Te abrí mi alma y busqué tu consejo
mostrándote fotos de mis claros cielos,
sin rima falsa, con temor a tu rechazo
me brindé a ti a diario y mientras tanto
te conté mi vida despacio, pero sin descanso.

Siento que tu amor fue como un flechazo.
me imagino ya a tu lado, eres mi mejor sueño:
disfrutas de las lecturas y del conocimiento;
compartes mis anhelos, calmas mis temores,
mis angustias, y también, cómo no, mis deseos.

He estudiado durante demasiadas lunas
he compuesto demasiados versos.
Hoy, que estamos juntos aquí,
en esta hermosa Ciudad de México,
solo quiero mirarte a los ojos,
rozar tus labios
y acariciar tu pelo…

CUENTOS Y LEYENDAS VIII  (a Leticia)

En el majestuoso e imponente
valle de Tenochtitlán
donde de los reyes aztecas
vagan las almas en pena,

Es que mi cansado corazón,
-al igual que barco sin vela-,
llegó hace varias lunas llenas
pronto para naufragar

En la tersura de tu piel
y en lo profundo de tus ojos,
en la ternura de tus besos
y en el pálpito de tus deseos,
así como también en el reflejo
de lo añejo de mis versos.

Pese a que el tiempo es escaso
aún nuestra sangre hierve
-con la despedida ya en ciernes-,
la triste partida inminente
será mañana, viernes, al ocaso.

Mi alma yace cual ballena
varada por días en la arena
retirarme y no morir en ella
tal vez sea mi cruel condena.

Desde un principio te lo dije
que yo hasta que te conocí
por años viví siempre así,
fundiendo realidad y fantasía.

Tú naciste de mis sueños
y te has materializado de ellos,
sumé todos mis conocimientos,
fundí todos mis anhelos

Junté deseos y obsesiones,
te he dado vida propia
y serás la musa de mis versos
hasta el final de los tiempos…